jueves, 10 de enero de 2019

Cuerpo y Recuerdo

Una tarde de julio deambulaba por las calles de un país extranjero; me sentía tan ajena, pues yo pertenecía a otra tierra, o al menos eso era lo que creía y me decía. Seguía caminando sin saber a donde exactamente me estaba dirigiendo. No tenía rumbo.
En ese preciso momento empecé a reflexionar sobre el pasado y los fantasmas. Al final termine con un escrito y lo deseo compartir, no por narcisismo, sino con la esperanza de compartir entre quienes hemos vivido casi la misma experiencia.

CUERPO Y RECUERDO

Me levantaba cada día con el objetivo de sobrevivir.-

Cada día sabía lo que me esperaba.

Una cuarto, una cama, un fantasma, el silencio de las tardes y de la agonía.

No entendía lo que sucedía, solo sentía que me desvanecía.

En mi cuerpo quedaron grabados los recuerdos como tatuajes invisibles.

Crecí y seguía sin entender, sentía que la oscuridad me absorbía.

Quería hablar, pero no sabía que decir.

Al final la oscuridad me invadió, y entendí que mi cuerpo jamás me perteneció.
No sabía de deseos ni anhelos, solo tenía que sobrevivir.

La esperanza se había ido, la muerte parecía más amable y empecé a mirarla.

Una tarde de lluvia el  fantasma se había ido, pero en mi cuerpo quedó grabado todo.

Mi cuerpo se transformó en mi único testigo, nadie me creería. Fue nuestro secreto.

Pero… un día, no sé si fue temprano o tarde, encontré un refugio, un mundo donde no habían fantasmas y en donde podía darle a mi cuerpo otros recuerdos, llevarlo a otros lugares sin necesidad de moverse.

Gracias a un libro estoy aquí, la muerte aún tiene que esperar y la esperanza llego para iluminar mi oscuridad.

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